#071

Y así, envuelto en llamas y riendo, se alejó el diablillo. ¿Pero cómo decirle que yo no era el tomador del contrato?.

#070

Me caí en una zanja pero me levanté en la copa de un olivo. A partir de ahí no me sorprendió nada.

#069

Pobrecitos, tan sonrientes. Ya no sonreirán cuando comprendan que el pentagrama no es ninguna barrera para mí.

#068

Ni para tí ni para mí, yo me quedo el corazón, tu te llevas el cerebro. Tras titubear unos segundos el niño accedió sonriente.

#067

Siempre que jugábamos al escondite ganaba Sarah. Yo podía ver a través de las paredes, pero es que ella era invisible.

#066

Entre todos conseguimos reducirlo, sólo era un humano, y no muy grande.

#065

En la Feria de los Horrores el Horror brillaba por su ausencia, pero en la Iglesia ¡ah! eso era otra cosa.

#064

Después de mucho grabarle la corteza el árbol lo confesó absolutamente todo.

#063

De pequeño jugaba al escondite con las sombras y siempre ganaba.

#062

Hace tiempo que dejó de sorprenderme que mis esculturas cobraran vida. Lo que me intriga es saber a donde van cuando desaparecen...

#061

El candelabro perteneció a mi abuelo, que a su vez lo heredó de su abuelo. Era totalmente normal, solo que a veces tenía tres brazos, y a veces cuatro.

#060

Empecé a subir las escaleras del torreón. Un piso, dos pisos, tres pisos; hasta que llegué de nuevo a la entrada. No me explicaba cómo.

#059

Los pájaros no hablan, me decía a mí mismo mientras el cuervo declamaba a Shakespeare.

#058

En el desván habían todo tipo de maravillas... si tan solo supiera utilizarlas...

#057

Una vez salí del camposanto, pero se armó tal revuelo que el sepulturero me prohibió tajantemente abandonar la cripta.

#056

Cuenta la leyenda que más allá de la Línea Superior el mundo es seco y está repleto de extrañas criaturas.

#055

Convertido en murciélago no tuve ningún problema en huir del güyrmott.

#054

Como todos los experimentos de Nicturius éste acabó mal. Pero como era lo que se esperaba de él no hubo mayor problema.

#053

La criatura era terrible, con sus dos brazos, dos piernas y dos ojos. Nunca había visto algo así.

#052

Cada vez que me asomaba al campanario pasaba lo mismo, caras asustadas, carreras histéricas y gritos de ¡monstruo! ¡monstruo!.

#051

Estaba seguro de que la que suspiraba tras la puerta no era la abuela Emma, así que di media vuelta y volví a casa lo más rápido que pude.

#050

Entre los árboles entreví una preciosa dríade de color musgo y olor a tierra mojada. Sin duda no hubiera podido sorprenderla si yo no hubiera sido invisible.

#049

Entre sorbo y sorbo pensaba en lo mucho que le gustaba la sangre.

#048

El Gigante era invisible pero necesitó aprender a levitar para pasar desapercibido.

#047

El aparecido maulló fantasmagóricamente, frotó su lomo en mis piernas y volvió por donde había venido.

#046

Conforme la masa informe se arrastraba hacia mis pies maldije mi suerte, ¿quien me mandaría abrir aquella maldita ánfora?.