#018

Hay una flor en Sumatra cuya esencia atrae irremisiblemente a todo tipo de Güyrmots. Esto es sorprendente, ya que los Güyrmots no existen.

#017

Petrificado, seguí al niño con la mirada. No había sentido tanto miedo desde que me invocaron por primera vez.

#016

De que el espejo era mágico no cabía duda, ya que reflejaba una imagen exacta de la habitación.

#015

El rebaño de sapos estaba tan contento con Amanda que la propusieron para Bruja en ese mismo cónclave.

#014

A veces, cuando el sol se va, me acuerdo de Edward y voy a visitarlo. Pero siempre se asusta y llora.

#013

Encadenado al timón el Capitán maldecía su suerte. Mientras tanto el coral carcomía metódicamente la cubierta.

#012

La exploración de la Isla Maldita de Gurth no fue un paseo. Pero ¡demonios! tampoco lo fue el ascenso al Tingaraka.

#011

Las Brujas de los Bosques Azules sólo temen a las Polillas-Alambique, ya que ellas y solo ellas pueden hacerles cosquillas.

#010

De entre todos los árboles eran los álamos los que más odiaba, pues aún recordaba las palizas que le propinaban siendo niño.

#009

A los condenados se les amputaba el sexto dedo de cada extremidad, se les borraba la memoria, y se les reencarnaba en el más anodino y triste de los mundos.

#008

Me levanté decidido a consumar mi venganza. Esa determinación fue mi perdición, pues volvieron a enterrarme al instante.

#007

Ser caníbal y verde no impidió nunca a Dakota ser una poetisa muy apreciada en los salones londinenses.

#006

La pequeña Phoebe sacó de la bolsa una gigantesca cabeza de escarabajo todavía chorreante.
-La guerra ha comenzado. Murmuró.

#005

La Voz sentenció:
- Ahora que sabes la verdad debes morir...
Pero considerando que Arnold nunca había estado vivo dejaron las cosas tal cual...

#004

No era la primera vez que la Casa le hablaba. Pero por primera vez había conseguido sonrojarla.

#003

- ¡Me niego a creer que sea usted tan malvado!

Como única respuesta el Doctor descorrió la cortina y me redujo a cenizas.

#002

Cuando al fin seduje a Josette y me entregó su corazón, ya estaba reseco y apenas tenía sabor.

#001

El antídoto había vuelto a fallar. Lleno de ira, Theodor barrió las probetas del laboratorio con sus brazos y juró con lágrimas en los ojos que algún día volvería a tener tentáculos.